El otro día atendí una historia que me dejó pensativa. Era
una mujer cuyo marido había fallecido horas antes de forma súbita. Aún
sabiéndolo y aún habiendo estado en el tanatorio...cuatro horas después me la
trajeron porque no recordaba que eso hubiera pasado. ¿Dónde está? ¿que ha
muerto? pero ¿qué dices? ¿dónde está? ¿por qué no viene? Cuánto dolor¡¡¡ Cuánto
dolor del que no era consciente¡¡
Según Goleman "sólo podremos recordar aquello a lo que
hayamos prestado la sufiente atención. " En la interacción entre el dolor
y la atención existen dos sustancias que
intervienen. Por un lado, las endorfinas, que mitigan el dolor, permitiendo que
éste sea ignorado momentáneamente y disminuyen la capacidad de la atención,
facilitando de ese modo la negaciòn de la situación dolorosa. Y por otro lado,
la ACTH que tiene un efecto radicalmente opuesto. La ACTH mejora la atención y
aumenta la sensibilidad al dolor. En una situación de estrés, la hipófisis
libera ambos agentes químicos, pero es la ACTH la que actúa más rápidamente y
sus efectos se han constatado en los seres humanos en los primeros treinta
segundos que siguen a una situación de alarma. El efecto de las endorfinas sin
embargo es mucho más lento, ya que sólo comienza a manifestarse al cabo de unos
dos minutos. Así pues, la respuesta inmediata ante una situación de alarma nos
advierte del peligro, mientras que en una segunda fase parece posibilitar la
disminución de la sensación dolorosa. Durante la respuesta al estrés, la ACTH y
las endorfinas fluyen en el cerebro, pero es la proporción relativa existente
entre ellas la que determina el grado de atencion y la sensibilidad al dolor. Estos
dos elementos de la experiencia, la insensibilidad al dolor y la disminución de
la atención, parecen apuntar hacia el mismo objetivo, ya que la reducciòn de la
atención constituye una forma de aturdir el dolo
El dolor activa repuestas que favorecen la recuperacion y
la curación. Una herida grave es un asunto de vida o muerte que exige toda la
atención. Sin embargo en determinadas circunstancias,
la capacidad de ignorar el dolor puede ser muy provechosa. Si fuéramos una gacela herida delante de un león, nuestra única posiblidad de supervivencia sería ignorar el dolor de la herida y focalizar nuestra atención en correr para sobrevivir. Somos animales, la supervivencia es nuestro fin aunque seamos tan prepotentes que se nos olvide....afortunadamente, nuestra mente no lo es y actúa por nosotros sin que seamos conscientes de ellos. Desconectarse de la
amenaza es una forma de poner fin a la activaciòn del estrés. La negación
constituye pues, el correlato psicológico de desviar la atención de la amenaza,
característica de las endorfinas. ¿Qué
mejor manera de encubrir los sentimientos que negárselos a uno mismo y
desviarlos? La mente tiene la capacidad
de autoprotegerse aun después de que los hechos hayan sido admitidos negándolos
y distorsionándolos.
Los mecanismos de defensa son esa serie de estrategias internas
disponibles para hacer frente a las situaciones minimizando el coste
psicológico. De los más importantes es la represión, la laguna mental por
excelencia y su pariente más cercano, la negaciòn.
La esencia de la represión consiste exclusivamente en
rechazar y mantener alejados de lo consciente a determinados elementos,
concretamente, aquellas que provocan dolor. Desgraciadamente, esta maniobra
sólo tiene éxito parcialmente, porque el dolor del que nos defendemos
distorsiona nuestra atención y modifica nuestra personalidad. El pacto roto podría ser el eslogan de la
represión, el trueque en el que entregamos parte de nuestra atención a cambio
de un alivio del dolor, que se traduce en un enmudecimiento de las emociones a
cambio de la posibilidad de seguir contemplando hechos terribles. Según Freud,
la consecuencia inevitable de la represión es la repetición, porque las
experiencias dolorosas que no terminamos de afrontar tienden a repetirse. Esta
represión de los sentimientos está abocada al fracaso porque el sujeto termina
perdiendo el contacto emocional con quienes le rodean y con sus propias
emociones. Todos los mecanismos de defensa suponen según Freud un tipo u otro
de represión, son manipulaciones cognitivas que comparten el mismo significado
y objetivo que la represión: falsear la realidad y evitar el dolor. Cuando
nuestros sentimientos resultan demasiado
difíciles de manejar, nuestra mente trata de despojarse de ellos. Las defensas
censurarán todo contenido amenazante que se aproxime a la conciencia. El eso se
siente vulnerable cuando afloran estos poderosos sentimientos, en su intento
por controlarlos, los transforma, y es esa transformación lo que constituye el
rasgo distintivo de la accion de las defensas.
Por eso importa más lo que una persona no dice que lo que dice. Observar a esta mujer fue como leer un libro abierto...cuánto dolor
estaba sufriendo que su mente había olvidado hasta que lo estaba olvidando.
https://www.youtube.com/watch?
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